No fue hasta 1828 cuando Christian Gmelin descubrió la manera de producir de manera sintética este pigmento. Éste se reproducía industrialmente horneando una mezcla de arcilla, azufre, sosa cáustica y carbón. Hasta entonces el proceso había sido mucho más complejo, debido a que los pigmentos naturales se obtenían del lapislázuli y de la azurita, piedras preciosas, por lo que era un color reservado a templos y palacios.
No fue hasta 1828 cuando Christian Gmelin descubrió la manera de producir de manera sintética este pigmento. Éste se reproducía industrialmente horneando una mezcla de arcilla, azufre, sosa cáustica y carbón. Hasta entonces el proceso había sido mucho más complejo, debido a que los pigmentos naturales se obtenían del lapislázuli y de la azurita, piedras preciosas, por lo que era un color reservado a templos y palacios.